Lo que puede el amor gatuno

Hoy querría hablaros un poco sobre los animales de mi calle (a la izquierda Tigrillo y Shiro, que significa blanco en japonés, haber si descubrís cual de los dos es) y el bellisimo gesto que están haciendo mis vecinos.
Como sabéis a mí, me gustan los gatos, muchísimo, los adoro. De modo que nada más que veo a uno mis instintos me dicen "acariciarlo" aunque no se suelen dejan.
Acabé descubriendo que el mejor modo para que viniesen era con la comida, con esta técnica lograba que los animales se acercasen pero... desgraciadamente solo si yo me alejaba de ella.  El caso es que con el paso del tiempo y esta técnica hasta Tigrillo el más desconfiado finalmente acabó hace unos días viniendo a mi solo para que le acariciase por el placer de hacerlo.
Que feliz me hizo, pero me costó mucho separarme de él pues cada vez que daba un paso el se ponía entre mis piernas para impedirme avanzar y que continuase dándole amor y cariño. Creedme, no os imagináis la satisfacción que es lograr que uno de estos animalitos te brinde su confianza.
Sucede que este invierno es frío y para algunos de los gatos y perros de la zona es el primero por lo que para mi sorpresa, muchos vecinos que se paraban también a acariciarlos les cogieron cariño y gracias a eso algunos pasan las noches en sus casas para volver a la calle en el alba. A fin de cuentas a los gatos y perros callejeros no les termina de gustar eso de quedarse recluidos en una casa.
Puede que alguno se convierta finalmente en mascota domestica (Shiro tiene toda la pinta de acabar siéndolo, pues lleva ya días sin salir de su casa de alquiler, el pobre descubrió el placer de la calefacción, porque la comida fácil ya se la dábamos antes) o puede que no. Pero sea como sea, es un precioso gesto que quería compartiros a todos vosotros.

Aerowen Elwin