Mi amigo el gnomo:
Cuando tenía cuatro años vi un gnomo, cada vez que yo me encontraba fuera de mi casa
jugando el se me acercaba y me seguía a todas partes.
Un día el me llevo hacia un arroyo, era hermoso lucía muy mágico, pasamos todo aquel día
ahí, sin embargo nunca me hablo.
Finalmente un día se decidió a hablarme pero lo hizo a través de su mente, en ningún
momento movió sus labios, me dijo su nombre “Sebastián”, me habló sobre su familia,
estaba casado y tenía dos hijos.
Luego me dijo que yo era su primer amigo humano, cuando terminamos de conversar me
mostró en qué lugares del bosque estaban escondidos los anillos de hadas, luego me mostró
su casa y me presento a su familia.
Nos hicimos muy buenos amigos, cinco años después mi madre me dio una triste noticia,
nos teníamos que mudar a otra ciudad la cual se encontraba muy lejos, a más de 600 millas.
Me sentía tan mal que era incapaz de comer y dormir, yo sabía que debía de contarle esto a
Sebastián pero era muy difícil para mí el poder hacerlo.
A la mañana siguiente fui a la quebrada del río a buscarlo, se encontraba pescando con su
pequeña caña de bambú, en cuanto me observo supo que algo malo sucedía, extendió sus
brazos y vino hacia mí, me dio el abrazo más afectuoso que me han dado en toda mi vida,
yo era incapaz de hablar de la tristeza que sentía, el leyó mi mente y así supo que me
sucedía. Me llevo hasta su casa y sacó unos objetos de su escritorio, un libro el cual es
sagrado para las hadas algo similar a una biblia, una criatura mágica llamada “piedra de los
deseos” y una caja con joyas, envolvió todo cuidadosamente en un pañuelo y me lo entrego,
en ese instante en un solo parpadeo yo ya me encontraba frente a la puerta de mi casa, me
di cuenta de que tenía un collar en el cuello, nunca me percate en qué momento el me lo
coloco, luego mire hacia atrás y pude ver por última vez a mi pequeño amigo el gnomo.
Una semana después yo ya me encontraba en mi nueva casa, a 600 millas de distancia de
mi mejor amigo, esa noche tome el paquetito que me había entregado, lo abrí y en ese
instante pude escuchar como cantaban las hadas.
Desde aquel día todas las noches antes de irme a dormir sujeto fuertemente el collar que me
obsequio, miro al cielo fijamente a una estrella en concreto y sé que Sebastián en ese
mismo instante esté observando la misma estrella que yo.
Han transcurrido once largos años y se que Sebastián aún me recuerda como yo a él.
Cuando tenía cuatro años vi un gnomo, cada vez que yo me encontraba fuera de mi casa
jugando el se me acercaba y me seguía a todas partes.
Un día el me llevo hacia un arroyo, era hermoso lucía muy mágico, pasamos todo aquel día
ahí, sin embargo nunca me hablo.
Finalmente un día se decidió a hablarme pero lo hizo a través de su mente, en ningún
momento movió sus labios, me dijo su nombre “Sebastián”, me habló sobre su familia,
estaba casado y tenía dos hijos.
Luego me dijo que yo era su primer amigo humano, cuando terminamos de conversar me
mostró en qué lugares del bosque estaban escondidos los anillos de hadas, luego me mostró
su casa y me presento a su familia.
Nos hicimos muy buenos amigos, cinco años después mi madre me dio una triste noticia,
nos teníamos que mudar a otra ciudad la cual se encontraba muy lejos, a más de 600 millas.
Me sentía tan mal que era incapaz de comer y dormir, yo sabía que debía de contarle esto a
Sebastián pero era muy difícil para mí el poder hacerlo.
A la mañana siguiente fui a la quebrada del río a buscarlo, se encontraba pescando con su
pequeña caña de bambú, en cuanto me observo supo que algo malo sucedía, extendió sus
brazos y vino hacia mí, me dio el abrazo más afectuoso que me han dado en toda mi vida,
yo era incapaz de hablar de la tristeza que sentía, el leyó mi mente y así supo que me
sucedía. Me llevo hasta su casa y sacó unos objetos de su escritorio, un libro el cual es
sagrado para las hadas algo similar a una biblia, una criatura mágica llamada “piedra de los
deseos” y una caja con joyas, envolvió todo cuidadosamente en un pañuelo y me lo entrego,
en ese instante en un solo parpadeo yo ya me encontraba frente a la puerta de mi casa, me
di cuenta de que tenía un collar en el cuello, nunca me percate en qué momento el me lo
coloco, luego mire hacia atrás y pude ver por última vez a mi pequeño amigo el gnomo.
Una semana después yo ya me encontraba en mi nueva casa, a 600 millas de distancia de
mi mejor amigo, esa noche tome el paquetito que me había entregado, lo abrí y en ese
instante pude escuchar como cantaban las hadas.
Desde aquel día todas las noches antes de irme a dormir sujeto fuertemente el collar que me
obsequio, miro al cielo fijamente a una estrella en concreto y sé que Sebastián en ese
mismo instante esté observando la misma estrella que yo.
Han transcurrido once largos años y se que Sebastián aún me recuerda como yo a él.
Podeis descargarlo o imprimerlo de aquí: https://drive.google.com/file/d/0B_-v0qx2jjNEcGJ3WWlEM3VnbE0/view
No hay comentarios:
Publicar un comentario